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¡Fuera complejos!

El pasado mes de agosto de 2009 participé en el suplemento “Estilos de Vida” de La Vanguardia, dentro del artículo “Sin complejos”  (Descargar documento)

Retomo a continuación este tema, con el siguiente artículo: 

Los complejos físicos- Entenderlos, conocerme y aceptarme.¿Cómo conseguirlo?

Los complejos son un conjunto de ideas o creencias sobre el propio cuerpo. La mayor parte de veces son ideas distorsionadas o exageradas sobre algún atributo físico. O bien, una valoración exagerada sobre cierta parte o zona del cuerpo que no sigue los cánones de belleza establecidos.

Con el fin de superarlos, es importante entenderlos y para ello plantearse las siguientes preguntas:

¿Porqué tengo complejos?

Los complejos son algo común en etapas como la adolescencia, dónde estamos aún definiendo nuestra personalidad y deseamos gustar al otro o identificarnos con un grupo.

Sin embargo hay más personas adultas acomplejadas que limitan ciertas áreas de su vida debido a su inseguridad física, o bien centran sus preocupaciones vitales en este aspecto.

Los factores que pueden haber influido a que me sienta acomplejado, tienen que ver con las siguientes áreas: 

Factores educativos:

  1. -La importancia que nuestros progenitores dieron a la belleza física, como medio para conseguir  el éxito social.-Haber tenido unos padres que centraron nuestra educación en valores materiales o en la consecución de resultados. Y en la aceptación de los otros bajo esta valoración externa (lo que tienen y no lo que son). 
  2. -No haber recibido refuerzo positivo, ante aptitudes internas y habilidades.
  3. -Haber sido educado con pautas exigentes y expectativas muy elevadas.
  4. -Haber sido “comparado” con otros (es mejor, es más que..). 
  5. -No haber recibido ejemplo para promover la introspección y reflexión. Esto no nos capacita para disponer de recursos y enfrentarnos a la frustración y/o a las emociones negativas. 
  6. -Haber crecido en una familia con escasa expresión emocional y de amor.
  7. -Haber tenido poca libertad y poder de decisión en la infancia. Esto no nos facilita la capacidad de pensar por nosotros mismos y enfrentarnos a nuestras decisiones y problemas.
  8. -Haber vivido en un entorno donde fueron comunes los juicios y las etiquetas (travieso, malo, etc.). Esto nos impuso un rol y no nos permitió ser nosotros mismos.

Malas experiencias en la infancia (escuela, grupo de iguales, etc).

 El hecho de haber sufrido bullying o burlas por parte de los compañeros de la infancia puede propiciar la aparición de complejos. El niño/a víctima de estos ataques asociará el rechazo de los demás a su imagen física.

Sin embargo, lo que hará que esta dificultad perdure y nos limite en nuestro día a día no es tanto el hecho en sí, sino como vivimos y gestionamos estos hechos. 

Si ya de pequeños adquirimos habilidades para poner límites, hacernos respetar y defendernos de estas situaciones, podemos incluso salir reforzados y aprender a gestionar situaciones similares en un futuro.

Preadolescencia-Adolescencia y la influencia del grupo de iguales:

Muchos de estos complejos, como decíamos, se generan y potencian en la adolescencia. Etapa en la que se construye la personalidad y además existen cambios físicos significativos. 

Si no se construyen de manera paralela otras habilidades emocionales y sociales y basamos toda la seguridad emocional en el aspecto físico, entonces al adolescente le resultará más difícil enfrentar su sufrimiento.

En esta época también hay un resurgimiento de la sexualidad y se prima la importancia del atractivo físico más primitivo.

– Sociedad

La sociedad es un factor ya muy comentado. En los últimos 50 años, con el auge de los medios de comunicación, ha habido un bombardeo de información referente a valores consumistas y de culto al cuerpo. Se ha fomentado la competitividad y se ha asociado el “éxito a belleza”. 

Además, la cirugía estética ha dejado de ser algo propio de las estrellas de Hollywood a ser algo más asequible y accesible para la mayor parte de ciudadanos. 
Por lo que nuestra percepción de control sobre nuestro aspecto físico ha aumentado. 

 ¿Que consecuencias tiene, tener complejos?

 Todos hemos tenido complejos en algún momento de nuestra vida o convivimos con ellos. Por lo que desear que alguna parte de nuestro cuerpo sea diferente a lo que es, no resulta un problema. El problema aparece cuando no aceptamos este hecho y esto pasa a ser una preocupación que empieza a limitar y perjudicar nuestra calidad de vida. 

En este caso sufriremos ansiedad, preocupaciones obsesivas, queja, inseguridad. Y nuestra energía se centrará en tratar de resolver y poner mecanismos para disimular su complejo, taparlo, comprobarlo, preguntar a los demás acerca de él, etc.

Limitando así otras áreas de nuestra vida que son realmente importantes para la autoestima. Áreas como la autorealización, el trabajo, las relaciones sociales, etc.

¿Como conseguir que “mis complejos” no me atormenten?

En primer lugar es importante aceptar la idea que hay ciertas partes de nuestra vida o de nuestro físico que no tienen porqué acercarse a la idea de “perfección”. Y que buscar la “perfección” es un esfuerzo condenado al fracaso, que no hará más que producirnos malestar emocional.

Es importante aceptar que a pesar de que hay partes de nosotros que no nos gustan tanto, esto no tiene porqué alejarnos de nuestros objetivos de vida, impedir que pensemos y hagamos aquellas cosas que nos apetecen.

En ocasiones, cuando estamos acomplejados, tenemos la idea de que “no conseguiremos lo que queremos en otras áreas de la vida, hasta no conseguir el ideal físico que pretendemos”. Con pensamientos del estilo “ hasta que no adelgace no conseguiré un trabajo”, o “antes de conseguir una cita, he de haber pasado por el gimnasio varios meses”, o bien “si no soy guapo, no me querrán”. 

Por lo que la única manera de superar nuestros complejos es enfrentándonos a estas situaciones, aún sabiendo que no cumplimos con nuestro “ideal”. Arriesgarnos a hacer aquellas cosas que queremos, a pesar de sentirnos incómodos. Aceptando el malestar y resolviendo la frustración. 

Entender además que el ideal de belleza es subjetivo y la capacidad de seducción no depende tanto de un físico, sino de otros factores internos como las habilidades sociales, la inteligencia, el sentido del humor, la picardía, etc.

Generalmente cuando la persona empieza a planificar sus metas y seguir sus objetivos en la vida, la preocupación por el físico disminuye considerablemente.

¿Es necesario que acuda al psicólogo?

Será de gran ayuda acudir a un profesional, siempre y cuando la preocupación por el complejo físico esté limitando nuestra calidad de vida y el desarrollo de nuestra vida cotidiana (trabajo, relaciones, etc.). 

¿Y la cirugía estética? ¿Puede ser “la solución”? 

Antes de tomar la decisión de realizar una operación estética puede ser útil hacer un trabajo emocional, conocernos y valorar porqué “necesitamos” esa operación. Con el fin de detectar si esta solución es una manera de evitar ciertas situaciones o llenar un “hueco” de satisfacción personal, que no sabemos cubrir de otro modo. 

Muchas veces buscamos soluciones rápidas a nuestros problemas y que no requieran dolor emocional. Y en ocasiones desviamos y focalizamos nuestro sufrimiento en aspectos como el físico, cuando realmente las razones de nuestra falta de autoestima son otras.

La cirugía tiene un poder “adictivo” importante, porque cada vez es más accesible y supone menos riesgo. Es importante simplemente, ser conscientes de ello y no caer en un “círculo vicioso”.

Si aún así estamos convencidos, es importante informarnos bien, ser conscientes de los riesgos e inconvenientes de la operación estética y asumir la responsabilidad de nuestra decisión. 

Raquel Ballesteros, 2010@