Blog

Ayudar al otro/a vs Tratar de salvarle: Asertividad

Man comforting a sad depressed girl

 ¡Es que no me entiendes!

¡Es que no sabes cómo me siento!

¡Es que tu no estás en mi situación!

¡Es que todo es una mierda!

¡Es que no hay solución!

 

 ¿Os han dicho alguna vez esto?  ¿Habéis dicho alguna vez esto?

A veces hay personas que “esperan” o “exigen” que las salves. Personas que piden a gritos una ayuda, que piden lo imposible, que les quites el dolor, que te hagas cargo de sus heridas o de sus dificultades.

E incluso cuando tratas de ofrecerles una ayuda de la manera más asertiva posible, delicada o respetuosa, NADA parece servir o ser de utilidad. Como un bebé a quien nadie puede consolar.

Yo hacía esto hace años, anhelaba en momentos de dificultad que alguien me sacara de esa situación, que alguien viniera a rescatarme. Y que además supiera exactamente cómo hacerlo sin prácticamente darle ninguna clave.

¡CONSULTA LAS FECHAS DE LOS PRÓXIMOS TALLERES DE COMUNICACIÓN!

Sin embargo nadie puede adivinar nuestras necesidades, ni protegernos de nuestras propias emociones. Y por eso es tan clave el papel que ejercemos a la hora de ofrecer ayuda al otr@. Por eso voy a explicarlo brevemente:

Diferencias entre ayudar o tratar de “salvar”:

Existe una diferencia clara entre ayudar asertivamente y tratar de “salvar” a alguien. Tratar de salvar a alguien es asumir una responsabilidad que no es nuestra, es empeñarnos en eliminar las emociones desagradables del otr@ (cosa imposible), prevenirle de las consecuencias de sus propias acciones o tratar de cambiar la situación. Una ardua tarea que desgasta y que genera una expectativa que no vamos a poder cumplir nunca y que además generará frustración en la otra persona.

Ofrecer ayuda asertivamente es estar disponible para el otr@ ofreciendo compañía, afecto, escucha y atención, sin aconsejar o tratar de cambiar a la situación o a la persona. Es preguntar de manera específica qué tipo de ayuda necesita y estar disponibles y receptivos, siempre y cuando sea posible y dispongamos de la energía suficiente. Porque ayudar asertivamente también es aprender a poner un límite cuando es necesario, confrontar con el/la otr@ o tomar distancia y dejar espacio para que la otra persona pueda digerir, procesar y reconocer sus propias emociones, con la finalidad de poder hacerse cargo.

Por eso es tan importante ir con cuidado acerca de lo que prometemos de manera explícita o implícita a la otra persona porque nadie puede salvar a nadie. Y cuando nos esforzamos en intentarlo generamos en la otra persona una idea de que “vamos a poder ofrecerle algo que le saque de la situación”, cosa que hace que se exima aún más de la responsabilidad y que reclame y nos exija más cuando esto no sucede.

Mi niña herida

A día de hoy me doy cuenta que cuando espero salvación de los demás tanto de los demás, en realidad quien reclama es mi niña herida. Esa niña enfadada, triste o asustada que llama a gritos a papá y mamá para que alguno de ellos se haga cargo por completo de sus necesidades y la venga a rescatar. Igual porque no fue cómo esperaba.

Y como adultos ahí vamos, siendo niñ@s heridos que reclaman a quien no toca esa necesidad incuestionable de ser salvad@s.

🔸 RAQUEL BALLESTEROS- PSICOLOGÍA INTEGRATIVA Y COACHING- SESIONES PRESENCIALES Y GRUPALES.

¡CONSULTA LAS FECHAS DE LOS PRÓXIMOS TALLERES DE COMUNICACIÓN!