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Comer, beber….¡Y que vivan los excesos!

christmas-icebreaker-games-for-teams-e1414446717737-1Hay muchas maneras de experimentar placer, amor y diversión. Y una de ellas es celebrar con los que nos rodean. Las fechas festivas son una buena «excusa» para permitírnoslo, pero lo que sucede durante las fiestas en ocasiones pienso que no sé si es una celebración o más bien una evasión sintomática de algo más profundo.

Y perdonad que sea tan ruda con mi titular, pero observo esta carrera y me permito bajar del tren para no caer en ese impulso de tratar de exprimir la vida en unos pocos días, extasiarme, saturarme, perderme o evadirme.

Algunos ejemplos…

Recientemente estuve en una comida de Navidad con un colectivo del ámbito sanitario y me llamó la atención profundamente un médico de unos sesenta y largos años, que hacía alarde de sus abusos con la comida y el alcohol, de su conducción temeraria y otras cosas que aquí no mencionaré. Admitía haber pagado sus excesos con un problema en su hígado (aún tuvo «suerte»), que ahora le hacía tener que cuidarse y tener precaución.

Posteriormente, empezaron los chistes fáciles, las anécdotas sexuales y los intentos directos o indirectos por “pillar cacho”. ¡Cómo no! Todo un clásico en las cenas de Navidad.

Risas incómodas, forzadas y otras abiertamente cómplices y expansivas.

Y yo me pregunto ¿Qué nos sucede?

¿Tanto miedo tenemos? ¿Tanto miedo a hacernos cargo de nuestra propia libertad que necesitamos que nos den permiso? ¿Tanto miedo a vivir, gozar y a amar que necesitamos hacerlo de manera inconsciente y evasiva? ¿Tanto miedo a no conseguirlo?

Me gusta el espíritu de las Navidades, dar la bienvenida al invierno, la celebración, los rituales, el amor, la familia, el placer….Pero no de esta manera.

Parece que no sabemos gozar si no nos ayudamos de innumerables recursos externos (objetos, alcohol, comida…incluso diría que de “los demás”). La capacidad constante para proporcionarnos placer, goce y amor es una habilidad que solo crece si nos atrevemos a mirar hacia adentro.

Aún así, he conseguido mirarlo con cierta distancia, extraer lo que me gusta y tratar de experimentar estas fiestas respetándome. Pero admito que no puedo aún evitar “enfadarme internamente” con aquellas personas queridas, a las que aún veo castigando su cuerpo y cometiendo mil abusos, en aras de la Navidad (o de cualquier otra festividad).

Yo misma he actuado así en otros momentos, y aún estoy reconciliándome con esa parte impulsiva, del refuerzo inmediato, excesiva, descontrolada, inconsciente…

Esta es mi aventura para este 2017. Experimentarme de un modo más presente y real, sin tantos artificios o necesidades.

¡Feliz año a tod@s!