Blog

El cuerpo, espejo de las emociones

istock_000003471925xsmallNuestro cuerpo, al igual que nuestra personalidad, se va esculpiendo a lo largo de nuestra infancia y adolescencia, en función de lo que aprendemos de nuestros padres, progenitores y de las vivencias que tenemos en nuestro día a día.

Cada uno de nuestros gestos de nuestras tensiones corporales son fruto de una actitud, de un comportamiento ante la vida.

Si por ejemplo, hemos tenido tendencia a bajar la cabeza y a cerrarnos en nosotros mismos, cuando los demás nos increpaban o se enfrentaban a nosotros/as, posiblemente nuestro cuerpo habrá ido adquiriendo este patrón. Y poco a poco esto se habrá ido convirtiendo en una postura, que será difícil “desbloquear” de manera consciente. Nuestro plexo solar permanecerá rígido. La zona se habrá acostumbrado a estar tensa y cerrada. Y aunque no sintamos dolor, porque nuestro cuerpo se haya acomodado a esa postura, continuaremos con un patrón de conducta hacia los demás, introvertido y rígido, que no nos ayudará a enfrentarnos a este tipo de situaciones de un modo más flexible y libre.

Normalmente, por ejemplo, cuando a una persona tímida se le comenta que mire a los ojos, levante la cabeza y “saque pecho” (especialmente en situaciones que le generan tensión o malestar), esto le resultará muy complejo porque no formará parte de su manera de enfrentarse al mundo. El tímido habrá aprendido, que la mejor manera de protegerse, es haciéndose “pequeño” y cerrándose en sí mismo/a. Y cambiar la postura posiblemente despertará emociones que están bloqueadas y encapsuladas en su memoria muscular emocional.

Y es que, cuerpo y mente están íntimamente relacionados y nuestras tensiones musculares responden la mayor parte de veces a mecanismos adaptativos o estrategias de “supervivencia” que hemos ido incorporando a lo largo de nuestra infancia. Estrategias que en un momento determinado hemos puesto en práctica para adaptarnos al entorno. Si el entorno en el que el hemos crecido, ha sido hostil, poco permisivo o exigente posiblemente se reflejará en forma de rigidez corporal y tensiones musculares.

Es por ello, que si empezamos a cambiar estos patrones corporales a través de ciertos ejercicios de gimnasia, yoga, reeducación postural, favoreceremos una nueva manera más flexible de responder ante las situaciones de nuestro entorno. Y despertaremos emociones que pueden estar bloqueadas y escondidas tras nuestro patrón postural.

Alexander Lowen fue uno de los pioneros que empezó a abordar este tema, creando la corriente de la Bioenergética. Posteriormente, han ido surgiendo muchas teorías y disciplinas que trabajan la relación cuerpo-mente y favorecen el bienestar del individuo, a través principalmente del trabajo con el cuerpo, como la Antigimnasia de Thérèse Bertherat, el Método Grinberg de Avi Grinberg o el Método Feldenkrais por Moshé Feldenkrais.

Raquel Ballesteros, 2011©