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O soy caótico/a o muy exigente. Encuentra el equilibrio

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Cuando alguien nos habla de perfeccionismo o autoexigencia, tenemos en mente aquella persona pulcra, responsable, estricta con el orden y la limpieza.

 Sin embargo, hoy vamos a explorar el perfeccionismo y la autoexigencia, como rasgos de conducta que se pueden manifestar en muchos ámbitos de la vida.

A menudo tengo pacientes que me comentan “yo no soy perfeccionista, si mi habitación es un caos” o “si siempre me olvido de las cosas”.

La exigencia con nosotros mismos, no tiene porqué manifestarse en todas y cada una de las áreas de nuestra vida. Generalmente somos más exigentes y perfeccionistas, con aquellas áreas que son más importantes para nosotros o que nos resultan más difíciles de llevar a cabo. Por regla general, aquello que más controlamos o con lo que más tememos equivocarnos, es aquello que más deseamos y en consecuencia en lo que somos más exigentes.

Muchas veces también, este exceso de exigencia en un ámbito concreto de la vida (trabajo, familia, etc.), hace que en otras áreas nos volvamos caóticos o desordenados. Y es que ¡resulta imposible poder mantener el mismo nivel de energía en cada una de las áreas (familia, trabajo, realización personal, relaciones sociales)!. Y por lo tanto acabamos trabajando mucho enuno o dos ámbitos determinados de nuestra vida, y olvidando otros también importantes y necesarios para nuestro bienestar personal.

¿Porqué somos tan “exigentes”? El engaño del control

A menudo creemos que destinando más tiempo, más recursos, poniendo más energía conseguiremos mejor nuestros objetivos.

Al perfeccionista le cuesta aceptar que las cosas pueden ir mal, aún cuando estemos prestando atención y dedicando energías. Y es que hay muchos factores que no controlamos, que no dependen de nosotros.

La motivación, concentración y rendimiento en una tarea depende también de nuestra capacidad para “desconectar” cuando toca, para recargar energías.

¿Cómo distinguir cuando la exigencia es contraproducente? La persona flexible

Ser exigente con uno mismo, hasta cierto punto nos permite proponernos retos personales y persistir ante las dificultades. El problema está en que siendo excesivamente autoexigentes posiblemente conseguiremos resultados, pero difícilmente disfrutaremos del proceso. Y llegará un punto en el que esa autoexigencia, tampoco nos resulte efectiva.

Muchas veces, el perfeccionista teme que si deja de exigirse a sí mismo, puede caer en el caos, porque la persona caótica carece de metas y propósitos, orden y previsión.

Sin embargo, el perfeccionista en su esfuerzo por huir del error, destina mucho más tiempo tratando de evitarlo que realizando labores realmente productivas y enfocadas al éxito.

Aquí te presento algunas características en el comportamiento, que puedes evaluar y detectar en ti mismo. Si el modo de enfocar nuestro trabajo del día a día es inflexible, sin duda nos resultará difícil estar motivados y viviremos las tareas cotidianas o laborales como “cargas u obligaciones”.

Es por ello, que te animo a responderte a estas preguntas:

  •  ¿Soy excesivamente rígido con mis metas?
  • ¿Tengo expectativas muy elevadas de los otros, de mí mismo, de las situaciones?
  • ¿En la mayor parte de cosas que hago, estoy siempre pensando en conseguir resultados?
  • ¿Me resulta difícil improvisar? ¿Me frustro o “bloqueo” cuando los planes cambian?
  • ¿Me cuesta “arrancar”, empezar una tarea? ¿Si lo hago, es siempre para finalizarlo o acabarlo de manera “perfecta”?
  • ¿Me resulta complicado dar por terminada una tarea?
  • ¿Me siento impaciente cuando no tengo respuestas inmediatas? ¿Cuándo algo no sale o se ha de demorar su resolución?
  • ¿Trato de evitar al máximo el error?¿Me cuesta aceptar la posibilidad de error?
  • ¿Si me equivoco en algo, mi autoestima o mi sentimiento de valía baja considerablemente? ¿Me cuesta volver a recuperarme?
  • ¿Me cuesta ser flexible con las ideas de los demás, situaciones o pensamientos?

Si te has sentido identificado con alguno de estos ítems ¡estáte atento de los próximos artículos!. En breve, daremos algunas indicaciones para organizarnos y ser eficaces, sin caer en la autoexigencia. Ello nos dará más libertad, satisfacción y bienestar personal.

Raquel Ballesteros, 2011@