Estar en pareja: Asumir la responsabilidad de la elección
Sin embargo, a pesar de que estas opciones pueden parecernos inconcebibles, las estadísticas demuestran que cada vez hay más personas infieles y/o sufrimos más con nuestra dificultad para ser coherentes con nuestros valores y renunciar a vincularnos emocionalmente o sexualmente con terceras personas, fuera del ámbito de la relación.
Y es que en definitiva, las crisis no son más que oportunidades para revisar nuestras creencias, nuestros miedos y nuestra manera de vivir las relaciones o la vida. E incluso cambiar, si así lo consideramos oportuno.
Y es que, decidamos o no tener un estilo de relación abierta, admitir que podemos dudar o sentir deseo por un/a tercero/a, posiblemente nos ayuda a confrontarlo, hablarlo y descartarlo e incluso a centrarnos más en la relación de pareja, si así lo queremos. Y ahora os explicaré porqué.
Lo que resistes, persiste
Como dice una conocida máxima zen: “Todo aquello que resistes persiste y lo que aceptas se transforma”.
Cuando negamos y nos resistimos a aceptar que pueden haber momentos de dudas, tentaciones o deseos, fuera del ámbito de la pareja, más “enganchados” nos podemos quedar a esa idealización romántica. Y es que, desde mi punto de vista, estar bien con la pareja, quererla o respetarla no es incompatible con tener sentimientos de complicidad, atracción y deseo por otras personas. Nuestra capacidad para dar y recibir amor, es ilimitada y no hablamos solo de sexo. Hablamos también de complicidad, ternura, cariño y todos esos sentimientos románticos que “supuestamente” solo podemos compartir con una sola persona a la vez.
Estar en pareja no nos hace inmunes a sentir deseos o sentimientos por otras personas. Pero si que podemos entrenar nuestra capacidad para gestionarlos y para no alimentar estas sensaciones de manera que lleguemos a confundirlas o convertirlas en “enamoramiento”, haciendo que condicionen nuestras decisiones o impliquen actuaciones que vayan en contra de nuestros valores o de nuestra relación.
Y es que el amor y el enriquecimiento de una relación, consiste en “estar ahí”, en elegir de nuevo al otro día tras día. Y enfrentarnos pacientemente a todos los miedos, dudas e inseguridades que vayan surgiendo, con respeto, comunicación y valentía.
En la medida que entendamos y aceptemos esto, seremos más conscientes de que estar con una pareja y focalizar nuestra atención en ella, no es nada más ni nada menos que una elección. Una elección hecha con total libertad.
Creencias y aprendizaje: Desviar la atención de la pareja
A menudo tenemos la creencia de que tener estos sentimientos por otro/a, es sinónimo de nuestra falta de amor por nuestra pareja. O al contrario, nos responsabilizamos de que nuestra pareja pueda sentir deseo o tener sentimientos por otro/a, y machacamos nuestra autoestima, comparándonos o lamentándonos.
Y si bien es cierto, que en algunos casos, tener sentimientos por otra persona puede ser causado por problemas en la pareja como falta de comunicación o conflictos, falta de creatividad o rutina sexual, en gran parte de los casos también tiene que ver con uno mismo y con:
- La dificultad que tenemos para enfrentarnos a nuestro propio aburrimiento y apatía, en la pareja o en nuestra vida
- Haber encontrado uno modo “excitante” de evadirnos de nuestras dificultades en otras áreas de nuestra vida (familiar, profesional, etc.). Y no tanto de nuestra pareja.
- Nuestra dificultad para renunciar o el deseo “inmaduro” de “querer tenerlo todo”.
- Nuestra impulsividad y urgencia por satisfacer nuestras necesidades a corto plazo y olvidarnos de nuestros valores y beneficios a largo o medio plazo. Y esto, lo hacemos también con muchas conductas adictivas.
Y bien, nadie dijo que fuera fácil! En una sociedad en la que nos han vendido un ideal de amor romántico (que se mantiene con poco esfuerzo) y nos han enseñado que todo lo podemos tener y que no debemos renunciar a nada, en que nos han educado para ser individualistas, competitivos y exigentes con nosotros mismos y con los demás, lo más difícil es a veces focalizar nuestras energías en una sola persona y aceptar que nuestra pareja no puede cubrir todas nuestras necesidades. O al contrario y en el otro extremo, renunciar a nuestra posesividad y aceptar en nosotros mismos y en el otro, que podemos compartir un amor libre, desde el respeto y la tolerancia.
Cualquier decisión es buena, si se toma con responsabilidad y conciencia. Y es que, el trabajo para seguir ilusionados en nuestra relación estable, empieza a menudo en nosotros mismos y no tanto en el otro.
Cuestionar las ideas impuestas, negociar si lo creemos oportuno, experimentar o simplemente descartar otras opciones de vida, puede formar parte de nuestro proceso de autoconocimiento y del de nuestra relación. Expresar nuestros miedos, deseos, negociar, revisar y respetar los límites de cada uno, es una opción valiente y responsable, que puede aportar un grado de confianza y compromiso aún más profundo y duradero con el otro/a, sea cuál sea la opción por la que optemos. Pero ese es otro tema, que abordaré en otro artículo.
Raquel Ballesteros, 2011 ©