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Parar y reconectarnos: La enfermedad un STOP necesario

Mi padre era una persona que cargaba con estas creencias en las que muchos/as hemos estamos modelados.. trabajo duro, esfuerzo, rendimiento, resultados, productividad…..Era un hombre condicionado bajo estos patrones que nos desconectan de nosotros/as y de nuestras necesidades, en el que muchos/as de nosotros/as hemos crecido.

Recuerdo sus palabras cuando le detectaron su primer cáncer: “Me he sentido liberado”.

Él tuvo que encontrarse con una enfermedad grave para poder permitirse parar, para darse permiso de decir No a sus clientes, para priorizarse, para arriesgarse a poner límites, para abrirse al miedo de no ser productivo, útil, eficaz.

Sus tres años siguientes fueron un empeño para recuperar el tiempo perdido, para cuidarse más que nunca, y pese a la enfermedad, esto hizo efecto en su calidad de vida. Sus tomas de conciencia en los últimos meses hicieron que se fuera de este mundo de un modo admirable, en paz, con una sonrisa en el rostro. Mi padre pudo sanar y reparar muchas cosas. Y esto fue así porque se permitió PARAR.

Coronavirus y responsabilidad hacia nosotr@s mism@s

Hace tiempo  que no solo nuestros cuerpos nos mandan señales de que algo no va bien, sino también nuestro planeta, un planeta enfermo por nuestras acciones automáticas e inconscientes.

Para mí el confinamiento por el Coronavirus ha sido un parón necesario que ha venido tras un año y medio de sostener un estado de salud física y emocional débil.

Es por eso que me viene a la cabeza en estos días mi padre, porque me reconozco profundamente en él y veo esta repetición en muchos/as de nosotros/as.

  • A veces nos cuesta atender a las señales persistentes del cuerpo, a los avisos de nuestro cuerpo hasta que la enfermedad no se manifiesta de una manera grave y nuestro cuerpo nos pone el freno.
  • Otras veces solo paramos cuando una autoridad externa (una advertencia de un/a doctor/a, un/a familiar, etc ) nos hace tomar conciencia y nos “prohíben” como a niños/as pequeños/as seguir en nuestro piloto automático.

Los últimos años en consulta han sido los más difíciles. Nunca había tenido tantos casos de personas sumidas en la desesperación, en duelo, en el ahogo de sus propias vidas, en la necesidad imperante de parar, de resetear, de cuestionar su vida, de abrirse a la incertidumbre del vacío. Tanta como yo.

Hacía mucho tiempo que me preguntaba:  ¿Qué está pasando? ¿Porqué hay tanta intensidad? ¿Qué debe pasar para que paremos?

El coronavirus se está llevando vidas y eso es triste, muy triste. Pero el coronavirus también está trayendo conciencia, verdad, responsabilidad y oportunidad de cambio.

¿Sabremos o podremos sostenerlo cuando el confinamiento termine?

¿Seremos capaces de integrar lo que hayamos aprendido?